viernes, 13 de septiembre de 2013

CARMEN POLO. LA HIJA DE SU MADRE.

RECORDANDO TIEMPOS PASADOS. CREANDO MI PERSONALIDAD.
Mi infancia no fue precisamente un juego de niños. Mi madre me odiaba abiertamente, cosa que a mi padre el Marques De Govanntes le horrorizaba.
Llamaba a mi madre mujer desnaturalizada por el simple hecho de haber parido a un hijo no deseado. Su matrimonio con el Marques solo se había tratado de un escape a la miseria de los barrios bajos de Sevilla.
De siempre he sido una chica adelantada a mis tiempos. Mis miradas inquisidores, mis constantes preguntas sobre si Dios existe ¿porqué permite que no tenga el último modelito que había visto en la tienda?.
- No se puede tener todo en esta vida. Esa es la primera lección que debes aprender.- Me dijo un día mi madre mientras me hacia unas coletas exageradamente tirantes. Me dolía la cabeza cada vez que ella me peinaba.
Una vez siendo niña, mi despertar sexual como a muchas otras nos ha pasado, ha sido el enamoramiento hacia el padre. Amaba a mi padre, era tan guapo que un día en el jardín trasero del palacete hablaron mis pensamientos y no mi boca. Mi madre estaba presente tomando el té con su amigas.
- Ahh, si no fuera mi papá me acostaría con el.
Todas las damas de alta sociedad presentes dejaron sus tazas de té sobre la mesa al mismo tiempo. Miraron a mi madre con cara de reproche.
- ¿No vas a decir nada?.- Pregunto cabreada Doña Melany, esposa de un afamado banquero de Madrid.
Mi madre se levanto y me arreo un bofeton que hizo de la tirantez de las coletas masa de pan.
Yo obviamente no comprendía nada de lo que estaba ocurriendo y del por qué de aquel bofeton inmerecido. Estaba despertando mi sexualidad y el hombre que más me quería en todo el mundo era mi padre. ¿Qué  malo tenia fantasear con hacer el amor con él?. No comprendía nada. Por culpa de esos pensamientos me gane el apoto de "extraña".
Un año más llegó el verano y mi madre me montó en el tren con rumbo hacia Jaén. Junto a mi, mi fiel niñera Carmencita Polainas. 
Pasaría otro verano más en su pueblo donde ya conocía demasiado bien el mal pensamiento de sus habitantes, cosa que como he dicho en otras ocasiones me fascinaba.
Esta vez nos acompañaba Carmencita hija. La hija que tuvo mi niñera de padre desconocido, por lo cual tuvo que marchar del pueblo de Andújar por las hirientes habladurías y porque en realidad la madre de Carmencita Polainas no soportó la presión de las vecinas y la mando fuera, lejos del pueblo.
Mi madre nos llevó a la estación de Atocha y se despidió de mi con un ligero e inapreciable beso carente de amor, si mas de obligación.
- Adiós Mamá.
- Adiós Macarena. Espero lo pases bien en tus vacaciones.
- ¿Por qué no venís un verano conmigo y con Carmencita a su pueblo, papá y tu?.
Mi madre se agachó para tener su mirada justo enfrente a la mía. Su expresión era serie, rígida, autoritaria. Estoy segura que como muchas otras cosas lo hizo para hacerme daño.
- No quiero verte en dos meses. Descansaremos de tus tonterías. Diviertete.
Esas fueron las últimas palabras de mi madre antes de montar en el tren. Carmencita Polainas me agarró fuerte con sus brazos a la altura de mis hombros.
- Anda niña Macarena. Se nos hace tarde.- Trató de consolarme Carmencita con su abrazo cariñoso.
Aquel día juré vengarme de esa arpía que llevaba el nombre de madre simplemente por que la sociedad se lo había impuesto. Ese día se me grabó en la mente como un tatuaje a fuego lento. No sabía cuando, ni cómo, ni donde. Ni siquiera el día que ocurriría. Pero de lo que estaba segura es que después de aquellas vacaciones estivales la cosa con mi madre cambiaría por completo. Si ella renegaba de mi, yo renegaría de ella. Ya era casi una jovencita, pronto cumpliría los 18 años de edad y podría ser libre. Pensé si mi padre opinaba lo mismo que yo. Mi madre era una grandísima hija de puta.

UNA NUEVA AMIGA. LA HIJA DE CARMENCITA POLAINAS.
Por la ridícula tradición de llamar a los hijos como sus padre, Carmencita tuvo que soportar el reflejo de su madre en el pueblo de Andújar. Era como la hija del pecado. Todos los vecinos la miraban y cuchicheaban para sacar parecidos. Todas apuntaban a que Don Vicente, alcalde de la ciudad por aquellos tiempos, tenia un cierto parecido a la niña. ¿Seria el padre de la misma?.
Los habitantes de Andújar saben muy bien hacer una cosa. No olvidar nunca el fallo que cometistes, aunque el fallo fuese una desgracia para uno mismo. Nunca olvidaban, se aferraban a sus costumbres todas ya muy pasadas de moda. 
Nosotras Carmencita hija y yo llegábamos de la capital y allí todo era distinto. La ropa, la costumbre, el brote antisocial que parecían tener los habitantes del pueblo. Envidias, rencor, traiciones. Ahhh estaba en el mejor lugar posible para una niña con tantas inquietudes en la vida.
Me sorprendió una noche calurosa de verano, cuando ambas nos fuimos a acostar en unas inmensas camas de madera con colchones  y almohadas como infladas de plumas. Recuerdo el olor a las sábanas y el color blanco inmaculado de las mismas. Bien, aquella noche como he dicho, Carmencita hija me sorprendió mucho pues en su interior albergaba el mismo deseo que yo. Vengarse de su madre.
- Pero Carmencita. Tu mamá es un sol comparada con el monstruo de la mía.- Le dije en susurros, no nos permitían hablar una vez estuviéramos acostadas.
- Mi madre no será un monstruo cerdo como la tuya. Pero me hace pagar a mi su error en este maldito pueblo. ¿No ves como me miran todas las mujeres?. ¿No te has dado cuenta como los hombres sonríen al verme pasear los domingos en tu compañia?. Todos quieren saber quien es mi padre, mi madre se negó en su momento y lo sigue haciendo ahora a revelar la identidad de mi padre. Eso no se lo perdonaré nunca. Lo tengo grabado.
Yo escuché la pequeña contestación de Carmencita hija y al decir aquellas últimas palabras (Lo tengo grabado). Yo contesté:
- Como un tatuaje a fuego lento.

TIEMPO DE VENGANZA
Pasaron los años y tanto Carmencita hija como yo cumplimos la mayoría de edad. Ambas aquel verano hicimos una promesa, cada una por su cuenta pero la misma promesa al fin de al cabo. Vengarnos de nuestras madres.
Mi plan era elaborado. No se trataba de vengarme con un acto. Quería mortificar a mi madre por toda la falta de cariño y la indiferencia que había obtenido de ella en mi niñez. 
En mi cabeza solo pensaba en dejarla en ridículo delante de sus amistades de la alta sociedad Madrileña. Si supiesen todas que mi madre fue costurera en Lavapiés. Y castañera en Sevilla.
Aquel verano, el último que regresamos de vacaciones al pueblo de Andújar. Decidí perder mi virginidad. ¿Con quien lo haría?. ¿Con el hijo del boticario?, no. ¿Con el hijo del Alcalde?, no. ¿Con el hijo del joyero?, no, además era afeminado  no me servía para el plan. Perdería mi virginidad con un joven robusto fornido y arriero. 
Haría correr yo misma la voz y estaba segura de que a los pocos días mi madre se enteraría de que su hija, la futura Marquesa de Govanntes había perdido la virginidad, nada más y nada menos que con un cafre arriero muerto de hambre. Sonreí nada más pensar la cara de desprecio que pondría al recibir la noticia. (No hay quien pueda con esta niña), diría. 
Hija de puta. ¿Y contigo quien pudo?. Pensé yo misma en una extraña charla imaginaria madre e hija.
Esa noche no era especialmente calurosa. Eran finales del mes de agosto y en la noche se notaba que las temperaturas se habían suavizado bastante.
Rogelio tenia de nombre el arriero que elegí para perder mi virginidad. Era un joven apuesto, cinco años mayor que yo, de pelo en pecho y manos encalladas.
Había quedado con el a las afueras del pueblo. Tomé una pequeña manta del armario y salí por la ventana de mi dormitorio.
- ¿Donde vas?. Pareces una prófuga.- Dijo sonriendo Carmencia hija.
- He quedado con un joven mozo.
- ¿Lo vais hacer?. Yo sería incapaz. No sé lo que me ocurre pero cada vez que pienso en el pene masculino me dan como arcadas.
- Eso es lo que deseo. Hacer el amor, perder la virginidad que para mi es símbolo de cadenas, unas cadenas que me atan a mi madre.
- Oh Dios mío si se llegan a enterar en el pueblo será tooooodo un acontecimiento del que hablaran décadas. (La hija del Marques de Govanntes fornicando con un joven mozo arriero), ya me lo imagino.- sonrió Carmencita.- Oh Dios.- Volvió a repetir.- Y si se entera tu madre. Te matará.
- Eso es lo que deseo mas en el mundo Carmencita. Que mi madre se entere y bien enterada. Yo misma propagaré el rumor.
- Eres mala Macarena- Contestó a carcajada limpia Carmencita.
- Mira quien fue a hablar.- contesté mientras me deslizaba por la ventana.- Y creo que eres lesbiana Carmencita.
- !Yo bollera¡.- Exclamo un tanto indignada.
Cuando Rogelio me enseño su torso desnudo en el granero, la verdad es que sentí un deseo carnal brutal. Las piernas me temblaban, esta nerviosa y sudaba pese al fresco que hacía.
El joven lucia su cuerpo como si se tratase de un trofeo, se ve que las jovencitas del pueblo estaban encantadas con sus remedios caseros que les proporcionaba noche si noche también. Ahora, aquella noche era mio.
Cuando se bajó los pantalones la verdad es que me quedé completamente atónita, patidifusa, ida. 
Su miembro viril era de un grosor espectacular, reluciente, grande, hermoso, velludo.
No hizo falta gran cosa para entrar en situación cunado yo sin previo aviso me lance sobre su miembro y comencé a lamérselo sin reparos, a chuparlo con ansias, eran tan hermoso y brillante.
Rogelio tomo con sus dos manos mi cabeza y la movió lentamente de fuera hacia dentro, su pene se encontraba en mi boca pero a esas horas yo ya quería tenerlo dentro de mi que me abriera en canal el muy bandolero.
Años más tarde con ayuda de mi psicoterapeuta logramos descubrir que aquel encuentro fatal con Rogelio me marcaría de por vida. Su falo me mortificaria en todas mis relaciones sexuales posteriores. Es lo que me había producido la heterofobia. Por eso no soportaba los penes pequeños, ganchudos, escuálidos, sin brillo, blanquecinos, delgados y sin apenas vello. 
Por eso años mas tarde cuando me casé por primera vez con un joven heredero Catalán cuya fortuna había sido amasada a base de la elaboración y la exportación de butifarras al Japón. Sentía nauseas cuando lo veía desnudo. Su flacidez me horrorizaba y el colmo era que cada vez que me penetraba le vomitaba encima.
- "Penelofobia" querida. Es más normal de lo que te piensas.- Contestó mi psicoanalista.
- ¿Pero eso quiere decir que con el sexo femenino tendría satisfacción plena en las relaciones sexuales?.
- No querida. No se trata de opción sexual. Se trata de un trauma de la juventud.
En aquel momento recordé a Rogelio. Su torso, su vello, aquellas manos fuertes de obrero y, su pene.

MI MADRE ME LLEVA DE REGRESO A MADRID. VENGANZA SERVIDA.
La recuerdo con su expresión fría y distante.Como una serpiente a la espera de su presa. Con una indiferencia y a la vez malestar. Sabía perfectamente porqué habia hecho aquello. Sabia perfectamente que yo era el ojo derecho de papá y que tenia ante ella una poderosa rival.
Supongo que todo aquellos sentimientos y ese comportamiento con su propia hija nacía de la desconfianza. Le había costado tanto salir de Sevilla y dejar se asar castañas. Le había costado tanto dejar de coser para las ricachonas de Madrid en Lavapiés. Mi madre nunca me miró como a una hija. Me miró como a una rival. El título nobiliario pasaría a mi, así que nunca comprendí el porqué de sus actuaciones tan perversas y de mala madre, por mucho sacrificio que hubiera hecho en la vida. Simplemente era una mala persona.
Como fue de esperar el rumor corrió como la pólvora. Dos días después mi madre se presentó en el pueblo. Hizo mi equipaje y nos marchamos en el primer tren hacia Madrid. En todo el trayecto dijo nada, solo me miro un par de veces con aquellos ojos de serpiente. Yo le sonreí abiertamente pues aún estaba plenamente satisfecha de la noche de pasión con Rogelio. 
Comenzaba mi pequeña revancha.

 CARMEN POLO. LA HIJA DE SU MADRE. 
Carmencita hija quedó muy impresionada al ver el valor y el rencor que habia guardado hacia mi madre durante tanto tiempo. Ella se veía incapaz de hacer lo mismo, pero lo había prometido. Prometió vengarse de su madre.
Hora Carmencita Polainas ya no se llama Carmencita Polainas. Se cambió el apellido por el de POLO. A su madre casi le dio un infarto pues era tan de izquierdas que aquel nombre con el mero hecho de oírlo le producía arcadas. CARMEN POLO.
Su hija se había cambiado el nombre y se había hecho llamar como la mujer de Francisco Franco. Eso era imperdonable, una Carmen Polo en su familia.
Carmen con el paso del tiempo estudió en la universidad. ¿Quien le pagó la carrera?. Otra duda más para resolver las mentes avariciosas de chismorreos de la gente del pueblo.
Consiguió hacer empresariales y ahora es mi secretaria personal. Lleva todos los asuntos turbios del manejo de divisas y resuelve todos los problemas de mis empresas. Carmen Polo es mi mano derecha, aunque nunca consiguió acostarse con Rogelio, si consiguió vengarse de su madre. 
Hoy en día Carmen Pelo es lesbiana como ya predije desde pequeña. Es una mujer fuerte y segura de si misma. Una mujer autentica de valores intachables. Algunas veces incluso me molesta que sea tan rígida en asuntos tan intrandecentes como la perdida de medio millón de euros por una mala gestión. No la soporto cuando se pone en plan economista titulada.
Gracias a Dios o a Santa Coco Chanel. Tiene un estilo divino al vestir, seguro adquirido de ver mi propio estilo y me siento orgullosa de ello. 
Ambas conseguimos vengarnos de nuestras madres. Ahora yo me preguntaba al cabo del tiempo si quizás fue necesario todo aquello. Si mi madre me hubiera querido como todas las madres quieren a sus hijos. Si la madre de Carmen Polo hubiera revelado el nombre del que la dejó embarazada.
Pero el destino está escrito, eso dicen los adivinos. Yo por supuesto pienso todo lo contrario. El destino lo escribimos nosotros. Si tienes dinero, el guionista de tu vida será Woody Allen, si eres pobre el guionista de tu vida será Santiago Segura. 


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
juegosgratismx.com