martes, 7 de enero de 2014

MUERTAS SIN GLAMOUR. Capítulo 1. EL LOBO. (Primera Parte).

DESAYUNO CON DEPRESIONES Y RECONSTRUCCIONES DE VAGINA.
Aquella mañana como las anteriores mañanas la lluvia no cesaba. El frió era más intenso que otros inviernos y España entera estaba sumergida en una especie charca estancada. Si el temporal continuaba así ese año tendríamos unas Navidades blancas.
Las lluvias no remitían y el frió se apoderaba del País. Era una de esas olas de invierno donde los meteorólogos de los informativos dice llegan de Siberia. Y es que los Siberianos siempre han sido muy desconsiderados con el resto de países de clima cálido, al dejar las puertas abiertas de su parcela para que el resto del mundo pase frío. Unos ingratos.
No solo la lluvia y la desidia me tenían sumergida en una especie de depresión pasajera. Ya ni ir de compras me subía la serotonina. Ni el Vodka con Rivotril ni las largas charlas por teléfono con las peores amigas hablando de las mejores amigas.
Aquella mañana tenía el placer de estar desayunando con Margarita Rotemberger Destradvarirus. Siempre era algo parecido como a desear mucho que estuviera en tu presencia pero a los cinco minutos de estar con ella rezar para que cerrase la boca. Así era ella. Con su neurosis enquistada y su tremenda imaginación me relataba mientras desayunábamos su próximo proyecto y no, no era volver a casarse con un viejo multimillonario a punto de palmarla y heredarlo todo. Él ultimo marido se resistía a la muerte aferrado como un clavo ardiendo.
- !Y no muere oye¡.- Dijo con cara de sorprendida. Como si la vida le estuviera jugando una mala pasada.- Bien sabe Dios que le he tomado cariño. Pero ahora está en ese proceso de olvidarse de las cosas y claro me cuesta tiempo y esfuerzo para recordarle que tiene que firmarme los cheques y firmar las tarjetas de crédito caducadas.- Margarita suspiró como si se tratase de un problema sin remdio y mirandome a los ojos me dijo.- Pues no te lo vas a creer Macarena, se le olvida, así como te lo estoy diciendo.- Margarita soltó el humo de su cigarrillo lentamente.
- Mujer son 89 años los que tiene.- Contesté tomando una taza de café caliente. ¿Acaso Margarita esperaba la agilidad mental de un chico de veinticinco años la cuenta corriente de un millonario y el pene de un chulazo cubano?.
Margarita no comprendía la situación que ella misma buscaba para que digamos sin ser demasiado crueles, no bajar su estatus social y sus cuentas bancarias. !Por Dios santo¡ estaba casada con un octogenario ¿que quería más de él?.
- ¿Y eso que tiene que ver?.- Un marido debe de estar pendiente de una mujer como yo. No todos los días un vejestorio "Octubrenario" logra atrapar con sus encantos de macho alfa a una joven descuidada en sentidos del amor como yo.
- Se dice octogenario. !Y tú descuidada¡. !tu joven¡.- exclamé. !Vamos Margarita por Dios¡. Me vas hacer vomitar el desayuno.
- Pues que sepas que lo próximo que voy hacer es un viaje al Japón.
- !Y se puede saber que vas hacer tú en Japón si te pierdes en la Gran Vía¡.- Exclame intentando seguir el relato de su nueva aventura.
- Quiero reducirme la vagina y retocarme el chocho. Tenerlo como una chica de veinte años. Allí en Japón incluso te reconstruyen el himen de la vagina como si fueras cual "cervatilla virgenzuela". Una vez reconstruido el potorro le haré un striptis a mi marido y adjuntaré los cheques y tarjetas por renovar cuando le lace la bragas a la cara. No veo otra forma de llamar su atención y de que me firme los talonarias y tarjetas. Macarena tu es que no sabes el suplicio que es ir a pagar a una tienda en efectivo. Te miran como si fueras una mujer de un político blanqueando dinero. Es denigrante querida. Denigrante.- Aplastó con fuerza su cigarrillo extra largo en el cenicero.
Llegada a la altura de la conversasción yo ya me había tomado mi dosis de ansiolíticos y mi chupito de Vodka. Pocas personas podían soportar las historias de Margarita sin estar adormecidas.
En  el momento que llamaron a la puerta Margarita me explicaba las formas y maneras de realizarle una felación a un hombre de 89 años y que se le pusiera dura sin necesidad de tomar Viagra.
- !Eso es imposible¡.- Exclamé yo sabiendo de las estrafalarias mentiras de Margarita a lo que ella contestó con un simple: 
Ja!! preciso muy sincero y lo que más me sorprendió es que había un punto de verdad en aquel simple "JA" despectivo a mi incredulidad.
- Mila por favor han llamando a la puerta.- Alcé la voz pues hacía unos diez minutos que Mila Jorovovich no merodeaba por el salón. ¿Donde diablos estará?.- Mila por favor la "Door please".
-Ah es igual. Déjalo iré yo misma. Ya sabes que la pobre Mila desde que recibió aquella paliza de una bollera resentida perdió audición del oído izquierdo.- Margarita se dirigió hacia la puerta mientras el timbre no cesaba de sonar y  mi la cabeza me iba a explotar.


UNA MISTERIOSA CARTA LAGRADA.
Al instante de oír cómo Margarita abría la puerta también pude oír como sus tacones corrían veloz de vuelta hacia la cocina.
- Macarena. Acabas de recibir una carta lacrada.- Dijo Margarita entre el asombro el desconcierto y la siempre satisfactoria sensación de que te vas a enterar de algo grande de primera mano.
- Milaaaaaaa !!.- Grite con nervios.
- Diga señora.- Contestó Mila Jorovovich que se encontraba justo a mis espaldas.
- !Coño¡. Sorda y sigilosa. Vete ahora mismo a tu dormitorio y te colocas el uniforme de chacha.- Le dije sin ánimo de ocultar mis nervios. ¿Quien era tan antigua y misteriosa como para  mandar hoy en día una carta lagrada? me greguntaba sin cesar y porqué no decirlo un pelín intrigada.
- Señora. El único uniforme que tengo es el que usted me compró en el sex shop de porno chacha.- Contesto Mila.
- Pues a ese mismo me refiero. ¿Es que acaso existe un uniforme de chacha mas chic que uno de porno chacha?. Lo siento Mila no los había de Givenchy !!!. Ah y coge la bandeja de plata del correo.
- Señora hace años que no la utiliza estará comida de polvo.- espetó Mila.
- Pues  la limpias con el sudor de tu frente. Esa carta la quiero en bandeja de plata. Tengo un presentimiento. Un mal presentimiento.- Fijé los ojos a lo lejos hacia la puerta como si el cartero trajese una bomba de esas de los talibanes.
Una vez Mila recogió la carta y la puso en la bandeja de plata destinada para el correo, que efectivamente estaba llena de polvo debido al poco uso puesto que ahora toda comunicación se basaba en emails. La tomé en la manos y la analicé. Margarita Rotemberger también miró la carta extrañana.
- ¿Eso es publicidad?. Me refiero por lo del sello lacrado.- Dijo
- No. Este sello me recuerda algo. Dos corazones entrelazados. Me suena haberlo visto antes.- Contesté medio sorprendida medio alegre pues ya la depresión y desidia remitían sus efectos. Ante mi una carta me daba la esperanza de un día repleto de sorpresas. Lo pensé un momento y fue algo terrible. Mi vida se había convertido en una vida aburrida y monótona. Horror de los Horrores. Necesitaba urgentemente un viaje, una liposucción, una renovación de fondo de armario y azotar en el "culete" a Mila. A ella le daba igual incluso le gustaba y eso a mi me proporcionaba placer y una sensación de subida de autoestima (no se pregunten el porqué. Son simplemente cosas raras de la psique humana).
Si lo pensaba era algo absurdo. Me temblaban las manos cuando intenté abrir la carta lagrada. ¿Porqué estaba tan nerviosa ante aquel trozo de papel?.- Algunas personas tienen la creencia que las malas notocias se pueden sentir incluso días entes de que ocurran.
- Toma esto te ayudará.- Dijo Margarita ofreciendome un acha de cocina para poder abrir lacarta lacrada. !Hija estas de los nervios¡.- Contesto Margarita con su característico cigarro extra largo en su mano izquierda. El humo impregnaba la cocina.
- Anda quite "so" bestia.- Dijo Mila entregándome un abre cartas.- Un hacha le va a dar a la señora con lo sensible que está ultimamente. Que cosas se le ocurre señorita Margarita. A mi es que usted me deja algunas veces perpleja. ¿Sabe lo que llego a pensar?, y disculpe mi sinceridad, que está usted loca. Simple y llanamente loca.
Margarita rió a carcajadas. (jajajajajaajaja). Luego sspiró profundamente como si explicarle a Mila el porqué de darle un hacha a su amiga Macarena era lo mejor que podía hacer.
- Veras Mila.- Encendió otro cigarrilo.- Es que vosotras las chachas de los países bajos no entendéis el carácter latino. Le he dado un hacha por cuestiones de tiempo. Me explico. Si abre la carta y la noticia es mala, zas, ya tiene el arma perfecta para incrustartela el la cabeza. ¿Comprendes ahora?. Nosotras las damas de alta sociedad vamos dos días por delante del resto de mujeres anónimas. 
Cuando llamé a Carmen Polo que en aquellos momentos de la mañana se encontraba en el despacho intentando que mi imperio no perdiese un céntimo. Su reacción no fue precisamente la que Margarita aseguró que tendría. Muy al contrario se sorprendió y comenzó a sentir esa sensación extraña que yo misma sentía aquella mañana.
- Se lo tomará normal.- Dijo Margarita antes de que llegase Carmen Polo a la cocina.- Nunca tuvo buena relación con su madre. Además las bolleras en estos asuntos son muy bestias, apenas tienen sentimientos femeninos. Les sale el camionero que llevan dentro.
Carmen Polo entró en el preciso instante en que Mila Jorovovich y yo le lanzamos a Margarita un jarrón de porcelana LLadró  y un cenicero de cristal Swarovski.
- ¿Que es lo que ocurre Macarena?.- Preguntó sin apenas percatarse que Mila y yo estábamos enzarzadas en una pequeña guerra contra Margarita por pensar aquello de las lesbianas. Recuerdo que también le lanzamos un paragüero de porcelana de la dinastía Mig que pesaba una barbaridad, pero Mila no acertó a darle en la cabeza con la sincera y buena y idea de colocarle las cosas en su sitio.
Una vez tranquilizadas aunque Margarita en ningún momento se altero para nada, incluso no comprendió aquel ataque alegando que la violencia gratuita hacia su persona era sin duda efectos de los ansiolíticos y el Vodka que habíamos tomado Mila y yo. Sacó un frasco de perfume CoCo Chanel y pulverizó toda la cocina.- Aquí huele mucho a tabaco.- Miró a Mila.- Haber si estamos más en los que haceres domesticos. 
Mila no soportó más la locura de Margarita y tomó un cuchillo enorme para clavarselo en el pecho.
- Ya vale por Dios.- Dije sin apenas fuerzas.- Dejaros de tonterias.
Tome la carta lacrada y la acerqué a los ojos de Carmen polo preguntandole a la vez:
- ¿Reconoces este sello, el lagre de esta carta?.- Le pregunté ya que la carta llegaba sin remitente alguno.
Carmen la tomó en su manos y quedó completamente sorprendida.
- !Es mi madre¡. Exclamó extrañada.
- Si eso es lo que pensé yo al ver los dos corazones entrelazados. ¿Recuerdas el sobre lagrado que me entregastes el día de mi primera boda?. El lagre llevaba dos corazones entrelazados. Rápidamente pensé en tu madre.
- ¿Que dice en ella?.- Preguntó Carmen Polo sin reflejar nervios algunos. Con su característica frialdad de trabajadora cual duendecilla de los números. Su pasión por el trabajo y el orden la hacia a ojos de quien no la conocía a fondo una mujer fria y sin sentimientos.
- Quería que estuvieras presente antes de leerla. ¿No te parece raro que después de tantos años me llegue esta carta?.- Le Pregunte a Carmen.
- Si la verdad es que si.- Su rostro se suavizó.
- Bien. Abrámos la.

          "Querida Macarena. 
Escribo estas letras con la sensación acuciante de que algo en mi vida merodea.  Y ese algo es el lobo de caperucita rojo. Un lobo cruel, un psicópata, un maltratador, un miserable.
Te preguntaras porqué escribo una carta y no llamo por teléfono. Querida niña, temo estar siendo observada desde hace varias semanas por ese lobo feroz. Y tengo miedo de que pueda llegar a enterarse de mis planes para pedir ayuda.
Mi hija Carmen estará cabreada como siempre por no haberle escrito a ella directamente, es su forma de ser, en eso salió a su padre. Pero querida niña, tú y tu abuela sois las únicas que pueden ayúdame, bueno, ayudarnos.
Si, no estoy sola. No soy la única que tiene esta sensación. Dos mujeres más del pueblo, amigas mías de toda la vida. tienen la misma sensación que yo. Ojos tras la ventana, una sensación de andar por las calles y ser perseguidas, observadas. 
Las tres estamos muy asustadas pues hemos recibo una carta con un mensaje directo y sangriento, ya que la tinta es sangre, no sabemos si de animal o persona, espero por Dios que sea de animal, con la palabra PUTA.
A día de hoy nos hemos visto obligadas a acudir a la policía pero ellos no pueden rastrear un anónimo que ha sido entregado casi en mano. Las cartas las encontramos las tres bajo nuestras almohadas. Comprederás que esté asustada y tema por mi vida.
Por favor mi niña dile a mi hija que no se preocupe, que no quise escribirle a ella por no asustarla pero ahora me he dado cuenta que seguro estará frente a ti oyendo estas palabras. Tu nunca has tenido secretos ni conmigo ni con mi hija.
Hay algo muy extraño en todo este caso. Las tres amigas hemos recibido una fotografía de cuando estábamos embarazadas. En la mía aparezco en Madrid, cuando me marché del pueblo embaraza, caminando por los jardines del Pardo. Luisa Perez, una de las tres acosadas recibió otra de cuando estaba embarazada pero esta vez se puede ver a ella posando frente a la catedral de Santiago De Compostela, pues fue allí donde se dirigió mientras gestaba. La última Paquita Fernández también recibió otra fotografía de cuando estaba embarazada, en la plaza de España en Sevilla.
No tenemos ni idea de qué o quien está haciendo estas cosas. Nos vemos despojadas de la seguridad de la policía y estamos francamente muertas de miedo.
Así mi niña te ruego acudas a Andújar, tú y tu querida abuela La Marquesa del Pepinillo Siempre Tieso pues sé de sus grandes influencias en casi todas partes para auxiliarnos en esta desazón que se ha instalado en nuestros corazones.
Con todo el amor que siempre te he dado y con todo el cariño que siempre te he tenio. 
Se despide de ti Carmencita Polainas."


 CONVERSACIONES CON LA MARQUESA.
Estaba claro que había que llamar de inmediato a mi abuela. Tan solo quince minutos después estaba ya sentada en el salón de mi ático de doble planta de la Gran Vía Madrileña. 
Ese día mi abuela lucia un aspecto fashión total. Sus joyas de diseño moderno y sus gafas de Valentino junto a su vestido elegante pero casual del siempre efectivista Yves Sant Laurent le otorgaba un aire de sofisticada modernidad total.
Carmen Polo estaba muy nerviosa y también cabreada por el hecho de no haber recibido ella la carta. 
- ¿Por qué ha decidido pedirte ayuda a ti Macarena?.- Me preguntó sin dejar de apretar la mandíbula seguramente aguantando algún insulto.
- Carmen. Eso no es lo importante ahora.- Contesté.- Lo importante es que tu madre se ha puesto en contacto conmigo. En la carta lo dice (seguro que está mi hija delante mientras lees esta carta). Comprende que te preguntes ¿por qué a acudido a mi y a mi abuela?. Lo veo claro Carmen. Nosotras tenemos más contactos, tenemos más medios. Bueno en realidad es mi abuela La Marquesa Del Pepinillo quien tiene todos esos contactos. Todas esas Ayudas que pueden resolver este misterio donde se encuentra envuelta tu madre.
- Si, lo sé. Lo comprendo perfectamente pero me sigue dando rabia que no haya acudido a mi.
Mi abuela se levantó del sofá y se sirvió una taza de chocolate caliente que había preparado Mila Jorovovich para la señora. Sabia de la adicción de mi abuela por el chocolate caliente.
- Hija mía. Como bien dice mi nieta. Ese es el peor de los males. ¿A quien va dirigida la carta?. Hija mía.- Miro a Carmen Polo.- A todas nosotras. No solo a Macarena o a mi, sino por supuesto también a ti.- Miro tiernamente a Carmen Polo.- Creo que tu madre está ciertamente asustada y que hay algo que no me cuadra. Esas fotografías de ella y sus dos amigas de su juventud. Fotografías donde las tres aparecían gestando a sus hijos.
- Está claro que hay una conexión.- Contesto Carmen Polo.- El Lobo está intentando intimidarla. ¿Pero por qué?.
- ¿El Lobo?.- Pregunté sin saber muy bien a quien se refería.
Carmen Polo se acerco al gran ventanal cuya vista daba a la Gran Vía. El día seguía oscurecido por nubarrones y la lluvia seguía sin parar desde hacía días. Sin volver la cara hacia las allí presentes, comentó un suceso de su infancia.
- Mi madre solía cantarme una canción sobre un hombre muy malo que se llevaba a las niñas malas que se portaban mal y no dormían. El hombre era El Lobo. No era el Lobo de Caperucita roja. Era un hombre alto, fuerte, malvado que raptaba a las niñas y se las llevaba a su mundo. Un mundo del que jamas podrias volver.
- El Lobo. Vaya nombrecito.- Comentó mi abuela casi en un susurro.


ANDÚJAR, 8 DE DICIEMBRE (De Un Año Para Olvidar).
 
En el sótano de un conocido edificio de la ciudad de Andújar se encontraba una mujer durmiendo mientras que un hombre con máscara, (una máscara hecha de trozos de tela que recordaba la cara de un espantapájaros). Observaba a la mujer con sus pupilas de un color inhumano. El hombre se encontraba protegido por la oscuridad de un rincón del sótano.
La noche era cerrada. En Andújar como en el resto de España estaba impregnada por uno de los peores inviernos que se recordaban desde hacía muchos años. La lluvia no cesaba. El viento era espantoso llegando a calar los huesos. Un frio húmedo. Fue precisamente la baja temperatura quien hizo despertar a la mujer. 
Cuando la mujer despertó lentamente pudo observar que se encontraba desnuda sobre un catre sucio y con olor a orin. Le repugno. No recordaba nada sólo que estaba a puto de abrir la puerta de su casa y luego un olor muy fuerte se apodero de sus fosas nasales impregnandolo todo hasta el fondo de su alma.
El Lobo permanecía sentado en un rincón del sótano. En la oscuridad ella no podía verlo. Solo podía oír un ruido de el balanceó de una silla mecedora cuya madera crujía ligeramente.
La mujer miró a la esquina del sótano de donde procedía aquel ruido incipiente, constante.
- ¿Quien hay ahí?.- Preguntó intentanto tapar su cuerpo desnudo con unas sábanas raídas y sucias. El frio era insoportable.- Le puedo oír, ¿Quien hay ahí?.- Preguntó Luisa Perez. Sentía palpitar su corazón en el cuello.
La silla mecedora dejó de chirriar y el silencio se hizo dueño del sótano. Sólo la lluvia a lo lejos se podía oír. Era una lluvia fuerte como en los últimos días. Incluso si se ponía atención Luisa podía oír el agua correr bajo aquel lugar, como si fuese las cloacas. ¿Se encontraba ella en las cloacas?.
El Lobo se levanto despacio de la mecedora. Llevaba su máscara hecha de girones de tela. Sobre sus ojos llevaba unas gafas de visión nocturna. Podía ver a Luisa en tonos verdes, desnuda, indefensa, aún no se había dado cuenta de la herida que tenia en el pecho. Seguramente por el adormecimiento de todo su cuerpo. 
El Lobo pensó que se había sobre pasado con la dosis. La próxima vez la ajustaría más al volumen del cuerpo. La mujer estaba demasiado anestesiada como para percibir la realidad con claridad. Y El Lobo quería realidad. Queria que aquella Puta sufriese todo lo posible.
Hubo un fragmento de segundo donde en la memoria de El Lobo pudo ver como su madre lloraba acurrucada en la cama con los moratones de los golpes por todo su cuerpo. Miro a quella puta atada ala cama y olvió a recordar el sufrimiento de su madre.
Cerca de la mecedora en la esquina más oscura del sótano se encontraba un pequeño armario de madera casi raída por el tiempo. El Lobo abrió el armario y tomó una pistola en su mano apuntando a la cabeza de Luisa. La mujer ya más visiblemente recuperada de la droga continuaba pidiendo que se manifestase esa persona que se encontraba en la esquina oscura.
- Puedo oírte. Sé que estas ahí.- En ese momento Luisa notó como un liquido biscoso le recorría el pecho hasta llegar a su entrepierna. Se quitó la sabana sucia y apestosa de su torso y pudo ver una gran herida en su pecho.
- !Dios mío¡.- Gritó.
Sus manos se llenaron de sangre cuando Luisa las posó sobre la herida. Había descubierto la marca del Lobo. Una letra, la letra P. Realizada con un cuchillo de caza con una precisión perfecta a pesar de haber sido hecha sobre la carne.
Un espejo se deslizó por el suelo desde la esquina oscura hasta llegar a los pies de aquella cama andrajosa. Luisa se dio cuenta que sus piernas estaban atadas con cadenas desde sus tobillos. El espejo chocó sin romperse en una pata de la cama. Luisa se acercó a recojerlo. ¿Que significaba todo aquello?. Acercó el espejo para poder ver su cara. Estaba sucia. Sus ojos rojos e hinchados seguramente debido a aquella droga que hinaló. Bajó unos centímetros el espejo para poder ver mejor la herida que sangraba de su pecho. Horrorizada pudo ver una letra grabada en su piel con un cuchillo. La letra era perfecta como para poder leerla, era la letra P. Luisa horrorizada gritó una vez más lanzado el espejo hacia la esquina oscura.
- Hijo De Puta. Estas Loco.- Gritó Luisa cubriendo la herida con la sábana sucia y andrajosa, apretando con fuerza para intentar que dejase de sangrar.
Primero un silencio escalofriante sucedió tras el grito de Luisa. Luego del rincón oscuro surgió una risita nerviosa parecida a la de un niño cuando había cometido  una trastada.
Pasó todo tan rápido que Luisa no pudo reaccionar. El Lobo se lanzó sobre ella desde la esquina oscura hacia la cama de un simple salto. Le tomó con fuerza las manos dejando a Luisa completamente indefensa. La mujer no podía moverse debido al peso de El Lobo.
- ¿Qué quieres de mi?. Sueltame cabrón.- Gritó Luisa intentando zafarse del peso del cuerpo de El Lobo.
Otra vez aquella risita de niño pícaro surgió tras la máscara de andrajos. El hombre aún llevaba puestas las gafas de visión nocturna. Tenía la cara de la mujer frente a la suya. Con la mano izquierda se quitó las cafas y la máscara de andrajos. Dejo su cara al descubierto. Luisa sabia muy pocas cosas sobre los asesinos, sobre los delincuentes pero sabía perfectamente que una vez había poio verle la cara a su raptor su sentencia estaba firmada.
El lobo amordazó a Luisa, boca, manos y piernas dejándola completamente indefensa. La sangre de la herida en el pecho había dejado de manar de su carne. Tomó un poco de agua y limpió el torso de Luisa para que pudiera verse claramente la letra P.
- Peeeeerfecto.- Dijo una voz que sonaba penetrante. Ahora no daba la sensación de un niño jugueteando, ahora el tono de voz era escalofriante.
Luisa abrió los ojos completamente cuando pudo ver que El Lobo sabaca de detrás de su espalda un enorme cuchillo que relucía a pesar de la oscuridad de aquella habitación. La cara de El Lobo le era más que conocida.
- ¿Por que haces esto?. Precisamente tú. ¿Que daño te he hecho yo?. Luisa intentó zafarse de las garras una vez más.
- Sueltame inmediatamente.- Grito Luisa desesperada, su voz sonaba desesperada.
A Luisa no le dio tiempo a reaccionar cuando noto algo frio dentro de su cuerpo. El Lobo le había clavado el cuchillo en el torso. El sonido seco al chocar la hoja cn el hueso fue espeluznante. Luego un dolor punzante le recorrió todo su cuerpo. En Aquel momento supo que iba a morir y a su mente adormilada aún por la droga hinalada recordó a su madre anciana, a su hija la cual hacía meses no había visto. Recordó su juventud, su trabajo en la fábrica de sardinas, las fiestas con sus amigas, Carmencita y Paquita. Recordó la muerte de su padre por un cáncer galopante que se lo llevo tan solo a los dos meses de ser detectado. Aún intentando olvidar el dolor con aquellos bonitos recuerdos, el lobo incrustó el cuchillo con más fuerza. El grito de Luisa de no haber sido por el lugar donde se encntraba se podría haber oido a varios kilometos de distancia.
Otra sensación punzante y de frio la devolvió a la realidad. Ahora El Lobo le había clavado el cuchillo con fuerza en el estómago donde lo retorció con fuerza. Rajó hacia bajo y las tripas salieron del cuerpo de Luisa produciendo un vaho al contraste de la temperatura de sus entrañas y la temperatura de aquella habitación tan siniestra y sucia.
Los gritos de Luisa quedaron ahogados tras la mordaza. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Miró una pequeña bombilla sucia que oscilaba encima de su cabeza. En sus últimos momentos recordó la letra P, supo porqué aquel loco sádico le había clavado el cuchillo en el vientre y lo había removido con fuerza como intentando arrebatarle su alma. Como si se tratase de una venganza.
En aquel instante antes de morir pudo ver en sus recuerdos imágenes entre cortadas y nublosas. Pudo ver la cara de El Lobo que le sonreía y le daba un beso en la mejilla, un beso cariñoso. Luisa se veía feliz de recibir aquel beso. Como una niña adolescente se despedía de él. Se despedia del niño que años más tarde y sin saber muy bien el por qué le daría la muerte.
-¿Por qué?.- Fue lo último que pudo decir Luisa apenas inahudible.

CONTINUARÁ.......

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