Carmencita Polainas era una chica sencilla de pueblo. Mi padre el Marques de Govanntes la escogió para ser mi niñera por su simpatía y cualidades. Una cualidades que mi madre descubrió meses más tarde al encontrarlos a los dos en la cama haciendo el amor desenfrenadamente, cosa que a mi propia madre le extrañó muchísimo pues siempre se quejaba de la pasividad sexual de mi padre. Y ahora lo encontraba entre sábanas con una jovencita realizandole un beso negro. Años más tarde descubrí lo que era un beso negro. Al principio no me llamó mucho la atención, pero una vez lo probé y fue toda una experiencia.
Carmencita era de Andújar y allí fue donde pasé muchos veranos de mi infancia. Donde descubrí por primera vez el amor, la envidia, los celos, la enemistades. En fin, cualquier arma que necesita una mujer de mundo.
Recuerdo el pueblo de Andújar por la gran capacidad que tenían ciertas personas, por no decir la mayoria, por la crítica ajena. Sin ir mas lejos Carmencita tuvo que huir del pueblo por ser madre soltera y rumorearse que el padre de la criatura era un sacerdote. Mas tarde se dijo que el padre era un panadero, luego un albañil con barba, luego un camarero. Aquello según me contó Carmencita, fue el escándalo de la década en el pueblo.
Yo una niña acostumbrada a una vida de lujo, se veía desplazada por las niñas que solian rodearme preguntando cosas como si hubiese llegado de otro planeta.
La humillación que aquellas gentes provocaron a Carmencita al ser madre soltera, me fascinó. Había encontrado un lugar perfecto para una niña muy avanzada en todo. Odio. Envidias. Celos. Rencor. Chismorreos.
Era esactamente lo que vivía día a día cuando mi madre y sus amigas despellejaban a la mejor amiga que no se encontraba en la reunión. Era el lugar perfecto para desatar mi inteligencia emocional y darles a todos en la narices cuando a los quince años de edad tuve relacines con el alcalde. Cosa que todos creyeron a "pie juntillas" y que mas tarde desmintieron a "pie juntillas".
Yo una niña acostumbrada a una vida de lujo, se veía desplazada por las niñas que solian rodearme preguntando cosas como si hubiese llegado de otro planeta.
La humillación que aquellas gentes provocaron a Carmencita al ser madre soltera, me fascinó. Había encontrado un lugar perfecto para una niña muy avanzada en todo. Odio. Envidias. Celos. Rencor. Chismorreos.
Era esactamente lo que vivía día a día cuando mi madre y sus amigas despellejaban a la mejor amiga que no se encontraba en la reunión. Era el lugar perfecto para desatar mi inteligencia emocional y darles a todos en la narices cuando a los quince años de edad tuve relacines con el alcalde. Cosa que todos creyeron a "pie juntillas" y que mas tarde desmintieron a "pie juntillas".
