Bajamos de
la limusina casi en tensión. No podíamos creer que ante nosotras, allí a
menos de cinco metros, se extendía la larga fila de espera para poder
realizar las compras de nuestra vida. PRADA nos esperaba y nosotras
estábamos como extasiadas. Según Margarita Rotenberger de Stradivarius
Osvaldo Fuencarrada De Todos Los Santos, tras aquella larga cola de
espera se encontraba el futuro de nuestros armarios a precio de costo.
- No sé Margarita. Esto no lo veo claro.- Le dije mientras nos dirijíamos hacia el final de la cola.
-
Mujer algo extraño si que hay. No sé muy bien qué decir de las
vestimentas que lucen algunas de la chicas que hay guardando turno. ¡No
sé, las veo muy collage!. Faldas a cuadros, blusas floreadas, zapatos sin
tacón, algunas en zapatillas. No sé, quizás sea la ultima moda en el New
York Underground. Yo las veo muy John Galino.
Nos encontrábamos las últimas de la fila. Margarita muy ilusionada, como en esos días en los que se pasa de la dosis recomendada de Prozac, se dirijió a la última señora de la cola para preguntarle así como en suspense y como quien había descubierto el secreto mejor guardado del Vaticano.
Nos encontrábamos las últimas de la fila. Margarita muy ilusionada, como en esos días en los que se pasa de la dosis recomendada de Prozac, se dirijió a la última señora de la cola para preguntarle así como en suspense y como quien había descubierto el secreto mejor guardado del Vaticano.
- No me diga más. Rebajas de PRADA, verdad!.
La señora miró a Margarita con una expresión un tanto aburrida. Yo diría que esa señora sí que estaba sobrecargada de Prozac.
- ¿Cómo dice?.- Preguntó extrañada.
-
No hace falta que lo disimule. Lo hemos descubierto nosotras mismas. La
verdad es que no hay misterio que no podamos resolver, ¿Verdad
Macarena?.- Me golpeó el brazo con su codo.
-
Señora en eso mi amiga tiene toda la razón. Somos muy suspicaces. Déjeme que le
haga una demostración. Ese conjuntinto que lleva usted puesto, a simple
vista parece el de una medio mendiga, pero a nosotras no nos engaña, es
de Jhon Galiano cien por cien.- Apostillé.
- Very Galiano.- Contestó Margarita bajando sus gafas de sol y guiñando el ojo a la señora como diciendo. "Lo sabemos todo".
- ¡Señoras no sean ridículas. Esta el la cola del paro. No ven al final el letrerito INEM!.
-
Ja!, ésta se cree que somos tontas.- Declaró Margarita sin dejar de
sonreír. Pensando en qué serían capaces de hacer por conseguir
un buen vestido de PRADA a una fenomenal oferta.- !Qué barbaridad, no sé
donde vamos a llegar¡. Señora no hace falta que nos mienta. Somos
inteligentes, capaces de rastrear el olor del glamour a kilómetros. !Qué
barbaridad¡ Macarena, lo que es capaz de hacer la gente. !Qué
barbarida¡.
-
Señora váyase a la mierda.- Contestó aquella mujer dándose la vuelta
mientras comentaba nuestra conversación a su compañera y las dos no
paraban de reírse.
-
No hagas caso Macarena. Éstas son como Verónica Burnimisa Logan de Los
Castro. Unas envidiosas adictas al vodka. ¿O ese olor no es Vodka?.
-
Ay!!, que no Margarita. Que este olor me suena mucho muchísimo. Es el
olor de la laca barata. Lo sé porque Mila Jorobovich, mi asistenta
personal, la utiliza mucho. Dice que es barata pero fenomal, le dura
con suerte el escaldado tres o cuatro días intacto. Y te prometo que es
cierto. Lo he visto con mis propios ojos.
-
Macarena. No seas tonta. No ves que lo que quieren estas petardas es
que nos retiremos para conseguir ellas lo que nosotras deseamos.
Macarena no te despistes de nuestra misión. ¿Cuál es?.- Preguntó exigente.- Repítela !!!.
- Margarita, ya sabes cual es.
- Repite nuestra misión !!!.- Contestó Margarita con un tono militar.
- Lograr las mejores marcas, al mejor precio. Luego comentar a las amigas lo carísimas que son y gozar de la envidia ajena, hasta que vomiten.
-
Exacto Macarena. Eres muy buena chica, pero a veces hay que recordarte
que estamos en la vida real y no en tu palacete rodeada de algodones.
Esto es la vida real Macarena. Esto es lo que te encontrarás en la vida
real. Mujeres sin escrúpulos !!!.- Gritó para que pudiera oírla la señora que
nos había dado la espalda.- Si piensan que nos vamos a retirar de la
fila, JA! lo llevan claro. Lo llevan cla-ro.- Otra vez utilizó su arma
psicológica más destructiva, lo dijo muy cerca del oído de aquella
señora que empezaba a demostrar, no sé muy bien porqué, tener miedo de nosotras.