Allí nos
encontrábamos las dos a la puertas de aquel local de PRADA camuflado
bajo las insignias INEM. Habíamos tartado dos horas en llegar hasta sus
puertas, pero ya lo habíamos conseguido. Tuvimos que sacar un numerito
de una máquina la mar de graciosa. El número que nos tocó era el 666.
- ¡Mira Macarena!. El número de la Bestia. Contestó anonadada Margarita
Rotenberger de Stradivarius Fuencarrada de Todos Los Santos.
- ¡Dios mío El número de Lucifer!.- Exclamé.
- ¿Quién es ese?.- Preguntó Margarita un tanto despistada.
- ¡Pues hija!. Satanás, Lucifer, El Rey de los infiernos.
- ¡Pero que dices locata!. Es el número de Antoñito Cañones, el
prostituto que toda dama de alta sociedad conoce por su desmesurado
portento de pene. Su móvil es el 666. Simplemente me recodó que esta
noche tengo cita con él. ¿Tú no lo has probado Macarena?. Así estas. Tú
sigue inmersa en tus historias esas que cuentas por "internete", que te vas
a quedar para vestir santos. Esto que quede aquí entre nosotras. Te
llaman la pajita, por lo estrecha que eres.
Ya
era nuestro turno y nos acercamos a una mesa, donde una secretaria de
pelo escaldado, de unos 50 centímetros de alto, con gafas que nos recordaban a
Rappel toda muy dorada, accesorios dorados, la cadenilla de las gafas
dorada, miles de pulsera y anillos dorados y una blusa imitación piel de
leopardo dorada. Además de una sombra de ojos color verde segunda guerra
mundial y el color de sus uñas de un marrón caca desmesurado.
- Díganme ¿qué saben hacer?.- Preguntó la secretaria.
- ¡Qué sabemos hacer!.- Exclamó Margarita Rotenberger.- Pues supongo que
asistir a fiestas es lo que mejor se nos da, ¿verdad Macarena?.
-
Bueno, asistir a fiestas y viajar. Ah y claro está ir de compras,
comprar, comprar, y lograr conjuntar prendas de tiempos pasados con las
más nuevas tendencias de hoy en día.
- Prendas antiquísimas. De la temporada pasada, no le digo mas.
-
También se nos da muy bien criticar a nuestras mejores amigas. Y viajar
por todas partes a todas horas y con la gran habilidad de no ir cargada
nunca con equipaje, para eso están los mozos forzudos esos que
contratamos en todos los aeropuertos.
La
chica parecía no entender nada. Así que se armó de paciencia y nos explicó que quería referirse a qué clase de trabajo solíamos realizar.
- ¡Trabajo!. Espere que lo miro en la wikipedia con el Iphone.- Contestó
Margarita Rotenberger de Stradivarius.- ¿Me está usted poniendo a prueba
verdad?, esa palabreja debe de ser del siglo pasado. Lo que hay que hacer
para conseguir las grandes rebajas de PRADA.- Margarita lo dijo con desgana, aburrida y desidiosa
- ¿Rebajas de Prada?. Señoras aquí se viene a pedir trabajo.
- Por favor Damas, si no le importa.- le advertí con un toque recatado como si estuviera tratando con una virgen.
-
Díganos la cifra que tenemos que poner en los talonarios y déjese de
tantas preguntas.- Contestó Margarita Rotenberger al ver que aquella
chica tan dorada en sí misma nos estaba haciendo perder el tiempo.
- !Señoras están ustedes locas¡.- Exclamó la secretaria abriendo desmesuradamente los ojos. Como extasiada, flipada, alucinada.
- !Señoras están ustedes locas¡.- Exclamó la secretaria abriendo desmesuradamente los ojos. Como extasiada, flipada, alucinada.
-
Creo que lo dice por tu diadema de diamantes Margarita. Es que te has
pasado un pelín. Vale que vayas conjuntadísima con ese fantástico
moño estilo Audrey Hepburn, pero con la diadema vas por la calle como diciendo: "aquí esto yo dama de alta alcurnia".
-
Mire señorita. Lo sabemos todo. Sabemos que esto es solamente una tapadera,
tras la cual se encuentran grandes ofertas de firmas de diseñadores de
alta costura. Como le expliqué a mi amiga Macarena, ésto ya pasó en el
año 83 y no me cabe la menor duda de que ésto es lo que está pasando
aquí, ¿sino a qué tanta cola?.
- ¡Seguridad!. Gritó estresada, como al borde de un "patatus", la secretaria al mismo tiempo que levantaba su teléfono.
Dos jovenzuelos vestidos como de policías se nos acercaron.
- ¡Ya está Macarena. Aquí tenemos a los mozos que cargaran con las bolsas. Qué te dije hermosa. Qué te dije!. Lo ves desconfiada.